Siete escritores cubanos encarcelados por sus ideas

Cuba, tierra de escritores, desde el primero de enero de 1959 ha sido especialmente una isla de escritores censurados y presos por sus ideas. Conoce las historias de siete escritores cubanos encarcelados por pensar diferente.

ÁRBOL INVERTIDO (La Habana, Cuba, 19 Mayo 2021)

Poner tras las rejas a los escritores cuando estos cruzan una raya roja, porque se atreven a cuestionar al poder o porque se niegan a “entrar por el aro”, ha sido una práctica habitual en la etapa de la revolución cubana, desde 1959.

Aunque evidentemente no fue Fidel Castro el primer gobernante de la isla que temió a los escritores y los trató de enmudecer encerrándolos. Durante la colonia, tenemos al poeta Juan Francisco Manzano, nacido esclavo y torturado después de quedar libre. Hay incluso una literatura “carcelaria”, escrita durante o sobre el castigo de la cárcel. Esa bibliografía es amplia y recoge momentos célebres. Se cuenta que el poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) iba recitando su poema “Plegaria a Dios” mientras lo llevaban al lugar de su ejecución. Otro poeta fusilado por los españoles, Juan Clemente Zenea, dejó su Diario de un mártirJosé Martí, el más universal de los cubanos, cuando era muy joven, fue condenado por revelar sus ideas independentistas en una carta privada, experiencia que resumió en El presidio político en Cuba. Luego, en la primera mitad del siglo XX, pasaron alguna vez por la cárcel escritores como Rubén Martínez Villena y Alejo Carpentier, entre otros. También tenemos el Presidio Modelo, de Pablo de la Torriente Brau.

Pero, cuando la isla queda dominada por la ideología comunista, es cuando se abre para los escritores cubanos un largo capítulo de vigilancia sistemática, campos de concentración (UMAP), normas sociales impuestas por decreto, adoctrinamientos, censuras, correcciones de la conducta, y el castigo de la cárcel para los más problemáticos, pena que casi siempre acaba en destierro.

Uno de los procesos más sonados del gobierno cubano contra un escritor, es el del poeta Heberto Padilla: antes de verse obligado a autoinculparse públicamente, en un evento que pasaría a los anales universales de la infamia, estuvo treinta y siete días encarcelado (entre marzo y abril de 1971) en Villa Marista, sede de la Seguridad del Estado.

Si intentáramos mencionar a todos los escritores condenados a pasar una temporada en las cárceles revolucionarias, correríamos el peligro de hacer una lista demasiado extensa, y, aun así, pasar por alto más de un nombre. Asimismo, elegir solamente a unos pocos no resulta menos difícil, pues parece imposible comparar entre cantidades de sufrimiento.

A continuación, hemos seleccionado a siete de los más significativos en esta historia, en representación de todos los escritores cubanos encarcelados a partir de 1959.

Reinaldo Arenas (1943-1990)

Fue tal vez el primer caso notable de condena contra un escritor por parte del régimen. Abiertamente homosexual, el poeta y narrador nacido en 1943, quedó excluido desde los primeros años de la Revolución de los principales espacios que marcarían la política trazada por Fidel Castro en su famoso “Discurso a los intelectuales”. Desde la Biblioteca Nacional al Instituto Cubano del Libro y de allí a las páginas de la revista La Gaceta de Cuba, el estamento público que comenzaba a alcanzar Arenas, a la par que sus constantes críticas a la dictadura, dispararon las alarmas de la Seguridad del Estado (SE), órgano represivo creado para controlar de cerca cualquier actividad de oposición emergente en la isla.

Tras el éxito de su única novela publicada en territorio nacional, Celestino antes del alba (1967), agotada en apenas una semana y sin reeditarse, la SE, que para el año 1971 ya se había estrenado en sus métodos estalinistas con la sonada autoinculpación del poeta Heberto Padilla, se dispuso a seguirle los pasos a Arenas. Lo que sobrevino fue la acusación por “desviaciones ideológicas” contra el escritor de treinta años y su condena a prisión, que cumplió entre 1974 y 1976 en las mazmorras del castillo El Morro, frente a la bahía de La Habana.

Luego de su liberación permaneció algunos años silenciado en Cuba, hasta su salida por el Mariel en 1980 hacia el exilio, de donde nunca regresó.

Sus años de supervivencia en El Morro, confinado entre presos comunes, quedaron recogidos en su autobiografía Antes que anochezca (1992), el libro en que se basó el director Julian Schnabel para realizar la película de igual título, con Javier Bardem en el papel de Arenas (actuación que le valdría al español una nominación a los Premios Oscar en 2001).

Pero, Arenas no pudo asistir a ese y otros éxitos que darían a conocer su magia narrativa y su vida insobornable dentro de un gran reconocimiento internacional. El 7 de diciembre de 1990, enfermo de SIDA, puso fin a su existencia en la ciudad de Nueva York.

“O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo”, apuntó en su autobiografía, concluida poco antes de su último día. “En Cuba había soportado miles de calamidades porque siempre me alentó la esperanza de la fuga y la posibilidad de salvar mis manuscritos. Ahora la única fuga que me quedaba era la muerte”.

Ángel Cuadra (1931-2021)

De opositor a la tiranía de Fulgencio Batista, cuando estudió en la Universidad de La Habana, pronto pasó a oponerse también al nuevo régimen, cuando comprendió que no eran muy diferentes.

Ángel Cuadra fundó tempranamente el Grupo Literario Renuevo (1957) y publicó su poemario Peldaño (1959). Ejerció como abogado hasta 1967. Para ese año, mientras la cortina de hierro a la que se había hilvanado el gobierno cubano comenzaba a oxidarse con las primeras protestas de polacos y checos, las “actividades subversivas” del poeta Cuadra acabaron por no cuadrarle al ojo atento de la tiranía.

Formó parte de una revista en contra del gobierno. Lo sentenciaron a 15 años de prisión, pena que cumplió con su cuota añadida de golpes, insultos, castigos, menoscabos y el aislamiento de los suyos.

Jamás consiguieron doblegar su alma de poeta, y desde la celda concibió y logró publicar, con la ayuda de amigos en el extranjero, Impromptus (1977) y Poemas en correspondencia (1979). En la prisión se dedicaba además a la publicación clandestina de textos literarios de presos políticos. Declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, fue nombrado miembro honorario del PEN Club de Suecia en 1981, hasta que, tras una gran campaña internacional, fue puesto en libertad y en 1985 pudo emigrar a Estados Unidos, donde se reunió con su familia.

Viajó a Suecia y Alemania, los países que más habían hecho por su libertad. Se graduó en Letras Hispánicas en la Universidad de la Florida, allí trabajó como profesor de Lenguas Modernas. Fundó el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y continuó escribiendo incansablemente hasta su muerte en febrero de 2021.

María Elena Cruz Varela (1953)

La única mujer de esta lista, autora del poemario Hija de Eva (1991), con que ganara el Premio Nacional de la UNEAC, nació premonitoriamente el mismo año en que Fidel Castro asaltó el cuartel Moncada. A inicios de la década de 1990, ya María Elena se enfrentaba a la disyuntiva de no permanecer indiferente ante la situación política provocada por el autoritarismo del mismo hombre que en el año de su nacimiento había atacado al ejército batistiano buscando para Cuba supuestamente un cambio de destino. ¿Tendría ahora ella el coraje de exigir un cambio en la nación que hasta entonces había vivido y defendido con sus virtudes literarias?

Lideró el grupo disidente Criterio Alternativo, y decidió, junto con otras personalidades de la cultura, redactar una Declaración de los Intelectuales Cubanos que pasaría a conocerse como “La carta de los diez”, por el número de firmantes. Enviaron el documento el 2 de junio de 1991 a las más altas instancias del Partido Comunista de Cuba y a la Asamblea Nacional, solicitando explícitamente a Fidel Castro la liberación de los prisioneros políticos.

Figuras como Jorge Pomar Montalvo, Fernando Velázquez Medina y Manuel Díaz Martínez, estamparon sus firmas al pie de aquella misiva que empezó a circular de mano en mano por la capital cubana.

La tarde del 19 de noviembre de 1991, una pareja de conocidos llegó al apartamento de María Elena en un edificio del reparto Alamar, pidieron para pasar a discutir varios puntos de una campaña de octavillas lanzada por Criterio Alternativo. Pero, cuando la poeta accedió a abrirles, aquel hombre y aquella mujer se transformaron en desconocidos monstruos, y se multiplicaron en una turbamulta que surgía de todos los costados de la vivienda, irrumpiendo violentamente y destrozando cuanto encontraban a su paso. Golpearon a todas las personas presentes, incluyendo a la hija de María Elena. Y a ella la arrastraron escaleras abajo hasta la calle, donde otro grupo tenía la misión de introducirle por la boca los papeles con las octavillas del programa opositor.

Fue conducida a Villa Marista, el centro de la Seguridad del Estado, y, en juicio sumarísimo, condenada a dos años de prisión. Los “actos de repudio”, sin precedentes en materia de crueldad, y el ensañamiento dentro del presidio, sin embargo, no pudieron someter a la escritora. Después de dos años de cárcel y una campaña internacional pidiendo su liberación, partió al exilio en 1994, primero a España y luego a los Estados Unidos, donde seguiría publicando obras fundamentales de la literatura de todos los tiempos, como el testimonio Dios en las cárceles de Cuba (2001), memorias noveladas de las mujeres que padecieron el presidio político en Cuba.

Jorge Olivera Castillo (1961)

Detenido por una tropa militar en su hogar en La Habana el 18 de marzo de 2003 y, tan solo 15 días después, juzgado en un proceso sumario, sin ninguna posibilidad de defensa. Se le acusó de cometer actos “contra la independencia nacional y la economía de Cuba” (Ley 88). Sus culpas tan “terribles”, consistían en la publicación de artículos de opinión en la revista Encuentro de la cultura cubana en Madrid y otros medios internacionales.

Nacido en el barrio de Belén en La Habana Vieja, Cuba, en 1961, Olivera Castillo había trabajado diez años como editor en la televisión cubana, hasta que, en 1991, tras un intento fallido de abandonar la isla en una balsa, empezó a sufrir las consecuencias de disentir. Dos años más tarde realizaba su primer reportaje para Radio Martí, y en 1995 fundaba junto a otros periodistas Havana Press, agencia de periodismo libre, de la que luego se convertiría en director.

Aprovechando que los Estados Unidos y el resto del mundo concentraban su atención en la guerra de Irak, el gobierno cubano se propuso deshacerse, con un solo golpe, de los principales reporteros independientes y opositores que lo señalaban, y Olivera estaba entre ellos. “Sobre las dos de la tarde del 18 de marzo de 2003 —contaría luego— fui arrestado. Había regresado del hospital, de atenderme un problema gastrointestinal, cuando violentamente irrumpió una tropa de alrededor de veinte militares”. Se conoce a estos hechos como la Primavera Negra de 2003. El mismo día fueron detenidos unos 75 opositores, para ser condenados en tiempo récord. La sanción contra Jorge Olivera: 18 años de cárcel.

Se le trasladó a más de 900 km de su familia, a la cárcel de Chafarina en Guantánamo, en el otro extremo de la isla.

“Fueron días terribles. Las celdas mínimas de cuatro personas estaban tapiadas. Las camas eran una plancha de zinc fijada a la pared con una cadena. Los medicamentos te los sitúan en una bandeja metálica fuera de la celda. Te llaman por un número. Ya no era Jorge, sino el recluso 666. Duermes con dos lámparas de luz fría que nunca se apagan. A cualquier hora del día o la noche te llaman para largos interrogatorios. Te conducen por largos y sombríos pasillos repletos de celdas donde no ves a ningún otro detenido. Es como la boca de un lobo”, recuerda Olivera.

En prisión, su salud seguiría agravándose. Pero, también allí empezó a escribir poemas. “La poesía me salvó de la locura”, ha dicho. “En mi encierro en una celda de aislamiento, durante más de nueve meses, fue que las musas me visitaron con mayor asiduidad. No podría explicar el porqué de esto. Son los misterios de la vida”.

Cuando había cumplido 18 meses de condena, quedó en libertad con una licencia extrapenal, por razones de salud. Siguió escribiendo y disintiendo del régimen, sin aceptar la oferta del exilio, a pesar de sufrir continuamente acoso y represalias.

Sus vivencias de la cárcel están presentes en algunos de sus libros, como en los cuentos de Huésped del infierno (Ed. Aduana Vieja, España, 2007) y Antes que amanezca y otros relatos (CADAL, Buenos Aires, 2010), así como en los poemarios Sobrevivir en la boca del lobo (Ed. Hispano Cubana, España, 2012) y Tatuajes en la memoria (Praga, 2013).

Raúl Rivero (1945-2022)

Otro “sobreviviente” de las represalias a los firmantes de la famosa “Carta de los Diez” fue el poeta y periodista Raúl Rivero. Había ganado los más importantes premios nacionales, cuando incluso se especulaba que estaba llamado a ser el sustituto de Nicolás Guillén como Poeta Nacional de Cuba. Pero, en 1989 renunció a su membresía en la oficialista Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Aunque no sería hasta la década del 90 cuando lograría desprenderse de la costra ideológica que permeaba todas las instituciones culturales del país.

En 1995, en su cumpleaños 50, quien había sido uno de los fundadores de la revista procastrista El Caimán Barbudo y ex corresponsal de Prensa Latina, se lanzó a la creación de la agencia de noticias independiente Cuba Press. Con la fiel compañía de Ricardo González Alfonso, fundó en el 2000 la Sociedad de Periodistas Independientes Manuel Márquez Sterling, primera asociación de periodistas autónomos de la isla, de la que saldría también la revista De Cuba, con González Alfonso como director.

La Primavera Negra del 2003 intentó cortar todas las actividades del pensamiento libre en Cuba. Unos 75 disidentes, y entre ellos un considerable número de periodistas, fueron acusados de realizar actos “contra la protección de la independencia nacional y la economía de Cuba y actos contra la independencia o la integridad o estabilidad territorial del estado”. Sobre Rivero cayó entonces una condena de 20 años de cárcel.

En Vidas y oficios. Los poemas de la cárcel, reunió los textos surgidos tras las rejas. Un libro “escrito para fugarme de la cárcel, para salir de ese lugar hostil y lleno de crispaciones donde estaba”, con poemas que nacieron en una celda en la que “sólo se podían dar seis pasos seguidos”. Cumplió año y medio, y salió en 2004 gracias a una licencia extrapenal, por problemas de salud. La presión internacional hizo posible la exoneración de la mayoría de los del grupo, y su salida del territorio nacional. Rivero se radicaría en España y posteriormente en Estados Unidos.

Manuel Vázquez Portal (1951)

La trayectoria de Vázquez Portal, nacido en 1951 en la ciudad de Morón, en el centro de la isla, no es muy distinta a la de Rivero, oriundos de la misma ciudad.

Vinculado en la década de los 80 a la cultura oficial promovida por el gobierno, Vázquez Portal trabajó como asesor para asuntos literarios del Ministerio de Cultura. En apenas una década, este prolífico autor llegó a contar con poemarios como Del pecho como una gotaA mano abiertaCantos inicialesUn día de Pablo Cascabeles, casi todos reconocidos con los mayores premios que otorgaban las instituciones estatales en esa época.

Pero, entrando en los 90, cuando la realidad cubana se volvía más desoladora y asfixiante, con la eliminación de las revistas literarias y la censura en su punto más crítico, tomar un compromiso abierto se volvió para Portal una necesidad imperante. Pasó del cultivo de las formas tradicionales de la poesía a asumir un rol social como periodista independiente, lo que le valió el desprecio de los simpatizantes del régimen y la expulsión definitiva de la UNEAC en 1995.

Primero desde la plataforma Cuba Press, y más tarde desde su Grupo de Trabajo Decoro (1998), publicaba artículos criticando la economía nacional y la ausencia de democracia.

También fue sentenciado en la Primavera Negra de 2003. Su condena: 18 años. Recluido en la cárcel de Boniato, en Santiago de Cuba, era llevado frecuentemente a celdas de aislamiento, y realizó varias huelgas de hambre. En mayo de 2003 escribió un diario, que pudo ser sacado clandestinamente, describiendo las duras condiciones de la prisión. Tras una campaña internacional y merecer el premio internacional de la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas, finalmente recibió la liberación por el deterioro de su salud. Exiliado en Estados Unidos.

Ángel Santiesteban (1966)

La entrega del Premio Václav Havel en 2020 al escritor cubano Ángel Santiesteban (1966) no podía sorprender a nadie. Al menos a nadie que conociera la historia de este formidable narrador que, al igual que el escritor checo, había puesto a temblar al régimen totalitario desde su propia obra y delante de sus propias narices. El libro Dichosos los que lloran (2006), con que ganó el Premio Casa de las Américas, lo situó entre lo más selecto de la narrativa contemporánea de Cuba.

Parecía difícil, entonces, que tras convertirse en un autor molesto con la apertura de su blog Los hijos que nadie quiso, al escritor se le pudiera fabricar una imagen de descrédito entre sus colegas y lectores. Era el período posterior a la Primavera Negra, habían emigrado la mayoría de hombres y mujeres de letras que representaban un problema para la dictadura.

Quizás los represores creían que tendrían un descanso y podrían suspirar aliviados. Pero, la aparición de Internet y el auge de los blogueros, vino a provocarles otra vez pesadillas, y los vigilantes de la ciudad letrada optaron por extenderse en sus métodos de espionaje cibernético y la descalificación de todo aquel que expresara el menor desacuerdo. Fabricar casos de delitos comunes contra los disidentes se convirtió en una táctica acostumbrada para, al mismo tiempo que se ejecuta la represión, inhibir la solidaridad internacional.

Contra Santiesteban se orquestó en 2013 una infamia que involucró la coacción a su ex esposa y la elaboración de un presunto delito de “violación de domicilio y lesiones”, por el que debía cumplir cinco años en prisión. Apostaban quizás por la posibilidad de que, mientras él veía acercarse un juicio de sentencia segura, decidiera escapar de la isla como lo había hecho parte de su familia en una balsa muchos años atrás.

Pero, por el contrario, Santiesteban no solo permaneció en la isla, sino que acrecentó su crítica frontal al sistema.

Tras dos años y medio en las prisiones, y el apoyo del exterior y la falta de pruebas en el amañado proceso, pudo volver a la calle, para continuar su activismo y seguir escribiendo una literatura descarnada, en buena parte aprovechando las historias de la cárcel.

Santiesteban se ha burlado del “castigo”, diciendo que para un escritor como él, quien agradece hallar los temas de la dura realidad que prefiere incluir en sus cuentos, llevarlo a la cárcel resultó como si lo premiaran con una beca para apoyar su literatura.

Fue uno de los guionistas del filme Plantadosdirigido por Lilo Vilaplana, sobre la historia del presidio político cubano. Después, ha publicado El verano en que Dios dormía (Premio Frank Kafka, Praga, 2013) y El regreso de Mambrú (Premio Reinaldo Arenas, Miami, 2016). Creó en 2018 el independiente Club de Escritores y Artistas de Cuba. ■

El periodismo cubano en fuga

Por Luis Cino

(CUBANET, La Habana, 19/3/2022) En menos de 72 horas, entre los días 18 y 20 de marzo de 2003, durante la ola represiva conocida como la Primavera Negra, el régimen castrista encarceló a 75 opositores, a los que unas semanas después, bajo acusaciones ridículas, impondrían condenas de hasta 20 años y más. De los 75 prisioneros, 22 eran periodistas independientes. Algunos –Raúl Rivero, Ricardo González Alfonso, Manuel Vázquez Portal, Jorge Olivera–,  de los más emblemáticos.

Con aquella razzia  y las condenas que se pretendía fueran ejemplarizantes, la dictadura creyó que acabaría no solo con la oposición, sino también con los periodistas que desde la anterior década ejercían su labor al margen del Estado. Pero no lo consiguió. En pocos meses, a pesar de la represión, el periodismo independiente se recompuso y no solo continuaron su trabajo los que ya existían, sino que aparecieron decenas de nuevos comunicadores alternativos.

En 2007, apenas cuatro años después de la ola represiva que se propuso exterminar al periodismo independiente, este se multiplicó con el surgimiento de Generación Y, seguido por más de una  decena de blogs de disidentes. Aquella eclosión de blogs desembocaría en la aparición de las páginas Primavera Digital y 14ymedio.

Posteriormente, aparecerían medios independientes como El Estornudo, La Joven Cuba y El Toque, donde se agruparon fundamentalmente jóvenes, en su mayoría provenientes de la prensa oficial, que en mayor o menor medida de modo contestatario, aunque sin declararse opositores al régimen, buscaban expresarse con mayor libertad y soltura, fuera de los rígidos moldes impuestos por el Departamento Ideológico del Partido Comunista.

Pero, contra todo pronóstico, cuando parecía irreversible la tendencia al fortalecimiento del periodismo alternativo, el régimen parece estar a punto de lograr ahora lo que no consiguió con la ola represiva de hace 19 años: si no aplastar, al menos debilitar y llevar a su mínima expresión al periodismo independiente.

Se esfuerza en conseguirlo, no solo con el endurecimiento de sus legislaciones draconianas contra la libertad de expresión que vienen a sumarse a la siniestra Ley 88, como la que amenaza con penas de hasta cuatro años de cárcel a quien reciba financiamiento del exterior, y que se concretarán en el nuevo Código Penal de inspiración nazi-estalinista.

Por si no fuese suficiente, al acoso, el decomiso de equipos, los arrestos arbitrarios y las amenazas contra los periodistas independientes, ahora se suman los destierros forzosos, cual si estuviéramos en el siglo XIX, cuando las autoridades coloniales españolas expulsaban de la isla a los independentistas y los enviaba a Ceuta o adonde se les antojara.

En los últimos meses, varios comunicadores independientes, amén de activistas opositores, han sido forzados al destierro. Camila Lobón, Ileana Hernández,  Esteban Rodríguez y Héctor Luis Valdés Cocho son los casos más recientes. Pero parece que no serán los últimos. Según testimonios, la Seguridad del Estado está presionando a muchos periodistas independientes, los que más molestos les resultan, para que se marchen de Cuba. Los amenazan con encarcelarlos y con represalias contra sus familiares si no se van. Y, como cada vez es más difícil la vida en Cuba, y la atmósfera de tan represiva luego de las protestas de los días 11 y 12 de julio se ha hecho irrespirable y promete ser peor, a muchos los represores no tienen que insistirles demasiado y están cediendo, sin mucha resistencia,  y preparan su partida.

Ya en los últimos anos se fueron de Cuba y se radicaron en el exterior, alegando distintos motivos, varios de los más conocidos periodistas de la nueva hornada, como Elaine Díaz, Mónica Baró, Carlos Manuel Álvarez, Abraham Jiménez y Harold Cárdenas, entre otros.

A este paso, pronto quedaremos pocos, poquísimos periodistas independientes. Y no podemos darle ese gusto al régimen. No debemos ceder a las presiones y el chantaje. Que el hostigamiento, las amenazas de la policía política y las represalias no son nuevas, siempre han estado presentes y no por ello nos ha vencido el miedo y hemos claudicado.

Es perfectamente comprensible que un preso acepte irse del país si los cancerberos le dan a elegir entre eso o cumplir una larga condena de prisión. Es el caso de varios colegas que han ido de la cárcel a un avión. Lo que no podemos aceptar es que ciertos desaprensivos y medrosos utilicen el periodismo independiente como trampolín para emigrar, yéndose con un aval de opositor al régimen.

Pero no son solo los periodistas independientes los que se van: también, en medio del actual éxodo de cubanos, se están yendo periodistas oficialistas.

En las últimas semanas han desertado varios periodistas de los medios informativos propiedad del Estado cubano. El caso más sonado es el de Yunior Smith, un periodista que hasta hace muy poco, en el Noticiero de Televisión (NTV), lanzaba furibundos ataques contra los opositores y los acusaba de “mercenarios al servicio del gobierno norteamericano”, y ahora, en la frontera entre México y los Estados Unidos, afirma que lo obligaban a actuar así.

Otros no se toman siquiera la molestia de dar explicaciones sobre su actuación como fervorosos voceros del régimen. Se marchan y ya, cual si nada hubiese pasado. Si acaso, se limitan a emitir algún frívolo mensaje, como: “Aquí estoy, Miami”.

Estos periodistas que saltan despavoridos y oportunistamente del barco oficialista a punto de naufragar, dan por descontado que por su colegiatura obtenida en la Facultad de Comunicaciones de “la universidad solo para revolucionarios”, sin importar su pasado al servicio del régimen, no tendrán problemas en encontrar empleo pronto en la TV de Miami.

El periodismo cubano, luego de que en los primeros años del régimen revolucionario se acabara la libertad de prensa, ha sido muy cuestionado. La prensa oficialista por su papel de propagandista del régimen, al punto que Gabriel García Márquez, un admirador de Fidel Castro, la definió como “más hecha para ocultar que para difundir”. Y la independiente, ninguneada, reprimida, a veces confundiéndose con el activismo político, a quien algunos puristas, pese a saber en las difíciles condiciones en que realizan su trabajo, reprochan su “apasionamiento y falta de objetividad”, y el no contrastar suficientes fuentes, entre otros defectos. Por estas razones, Cuba ha llegado a ser calificada como “el país del anti-periodismo”.

En los últimos años y cada vez más, para hacer peor el panorama, muchos periodistas, tanto  oficialistas como independientes, a la menor oportunidad se dan a la fuga. Con el reforzamiento del arsenal jurídico del régimen y el agravamiento de la situación económica, se prevé que estas fugas y deportaciones aumentarán. ■

Admiradores de Putin

La izquierda que permanece insensible al dolor y al heroísmo y, por el contrario, admira a Putin, ha abrazado los totalitarismos del siglo XX.

Por Enrique Krauze / 22 marzo 2022

Una potencia nuclear invade a una nación pequeña y soberana. El mundo es testigo de esa guerra injusta, minuto a minuto, imagen tras imagen: bombardeos implacables contra la población civil, testimonios desgarradores, éxodos masivos, escenas de indescriptible dolor. Eso solo debería concitar el repudio unánime al agresor y el apoyo irrestricto al agredido. Pero no es así. Una corriente de la izquierda latinoamericana y mexicana ha adoptado la “narrativa” del agresor. ¿Qué ha pasado con su conciencia moral?

Para calibrar su degradación presente importa entender su actitud pasada, y compararlas. Hay un testimonio útil para hacerlo. Me refiero al libro Un viaje al mundo del porvenir, publicado por Vicente Lombardo Toledano tras su estancia en la URSS en 1935. Basado en fuentes soviéticas, Lombardo postulaba la superioridad del sistema comunista sobre Occidente. De esa premisa –muy propia de aquel tiempo cuando la Revolución rusa conservaba su aura redentora– se desprendía el contenido: propaganda asumida sinceramente, pero propaganda pura y dura.

En la visión lombardiana, la colectivización forzosa había sido difícil debido a la mentalidad conservadora de los campesinos: “Llegaron hasta a quemar sus pastos y sus cosechas, a destruir sus arados rudimentarios, a matar su ganado, azuzados por mil ideas y mil procedimientos arteros y habilidosos de los kulaks (propietarios individuales como ellos, pero de mayor dimensión) […] que se aprovechaban de su ignorancia”… Para colmo, estaba el problema de las “viejas y atrasadísimas nacionalidades”, un apego a la lengua, a la tradición, a las costumbres, particularmente hondo en Ucrania. A esas “naciones antiguamente oprimidas por el zarismo” no se les podía dar “la simple libertad para que vivieran la vida que quisieran […] sin haberles dado una cultura política, sin haber levantado su espíritu armónico y su nivel”. ¿Qué hacer para emanciparlas de sí mismas?

Por fortuna, Stalin había ideado la solución: un cambio súbito y estructural que Lombardo resume en una línea: “liquidación del problema de los kulaks” y “éxito material”. Y ahora sí, “en las poblaciones (ucranianas) como Kharkov, se aplaude y se vive con interés y con convicción la nueva vida […] una adhesión […] al comunismo […] que vibra y se manifiesta a cada instante”.

Eso vio, o pensó ver, o quiso ver, o creyó ver, o imaginó ver, Lombardo Toledano.

La realidad fue otra. La realidad fue la gran hambruna del invierno de 1932 a 1933, que Stalin orquestó para secuestrar el grano de Ucrania y someterla. Se llevó a cabo con unidades policiales soviéticas por diversas vías, incluido, por supuesto, el asesinato masivo. Murieron 3.3 millones de personas. Esa hambruna consolidó la nacionalidad ucraniana.

Lombardo Toledano legitimó con su libro un régimen criminal. Pero entre él y la realidad mediaba al menos una ideología universalista. Y, como muchos rusos hoy, es probable que desconociera los hechos de Ucrania.

No es el caso de nuestra izquierda. ¿Qué explica su actitud? Su apego no es ideológico, como el de Lombardo. Saben que Putin es anticomunista y hasta zarista. Tampoco hay en ella desinformación o ignorancia: los horrores en Ucrania están a la vista de todos. Inventan que el presidente Zelenski (hijo de judíos exterminados en el Holocausto) es un títere de los nazis: ¿son crédulos o los corroe la mala fe? Justifican la invasión por respeto a esferas geopolíticas: ¿han olvidado las guerras que Estados Unidos desató en América Latina, inspiradas en el “Destino manifiesto”? ¿Qué hay entonces?

Lo que hay es la entusiasta aceptación de una narrativa que exalta al hombre fuerte sobre las leyes, instituciones y libertades de la democracia liberal. Sembrada en parte por las redes rusas, esa postura ha encontrado suelo fértil en el caudillismo de nuestros países. Y no solo en ellos. Vivir en Occidente subvirtiendo los cimientos de Occidente es la nueva moda.

No importa que esa adhesión implique avalar la vuelta del terror estalinista. No importa que el líder a quien ahora se rinde culto tenga semejanzas con el genocida nazi que enardeció a las derechas mexicanas y latinoamericanas, con su búsqueda imperialista de un Lebensraum, sus designios de purificación étnica, su odio al “cosmopolitismo” y su absoluto desprecio por la vida humana.

El sector de la izquierda que permanece insensible al dolor y al heroísmo y, por el contrario, admira a Putin, ha traicionado los últimos residuos de su legado moral. Ha abrazado las dos ramas totalitarias del siglo XX.

Publicado en REFORMA el 20/III/22. Tomado de LETRAS LIBRES.

Diez respuestas de Manuel Díaz Martínez

Manuel Díaz Martínez (Foto cortesía de Infonortedigital)

Por Armando Añel / PUENTE A LA VISTA, 22/3/2022

2022 es el año, también, de la segunda parte del libro Retrato del exilio cubano, serie de entrevistas que Neo Club Ediciones publicó en 2015 y cuya principal intención, como el título indica, fue dar a conocer una especie de radiografía de la comunidad cubana en el exterior a través de sus definiciones. Ahora, con nuevos entrevistados de ambas orillas, esta segunda entrega de la saga profundiza en el contexto cubano del día después, cuando el castrismo en el poder entra en su recta final.

Al habla con el poeta Manuel Díaz Martínez, Premio Nacional de Literatura Independiente de Cuba:

Armando Añel- ¿Qué es para usted la patria?

Manuel Díaz Martínez- La patria, lejos de lo que muchos piensan, no es el sitio del planeta donde nacemos, sino aquel en que cursamos la niñez. O sea, donde empezamos a descubrir el mundo y a sobrevivir en él.

AA- ¿Qué es la libertad?

MDM- Lo contrario del castrismo, por ejemplo. En un texto que escribí hace algún tiempo afirmé que la libertad es poder ejercer el derecho natural que las personas tenemos a vivir como seres humanos, no como bestias o autómatas.

AA- ¿Cómo y cuándo Cuba será libre?

MDM- Cuando los cubanos que están arrodillados se pongan de pie.

AA- ¿Qué hacemos con, o qué se hacen, los cientos de miles de cubanos considerados castristas una vez Cuba sea libre?

MDM- A los que hayan cometido crímenes por los cuales deban responder ante la justicia se los juzgará con las debidas garantías procesales, y a todos  se les garantizará, como al resto de los ciudadanos, el ejercicio de las libertades, derechos y deberes que caracterizan la democracia, empezando por el derecho a emigrar si les apetece.

AA- La difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc., han contribuido grandemente a afianzar el totalitarismo en Cuba en los últimos 63 años. ¿Cómo atenuar esta tendencia sociológica en una Cuba en democracia, con conexión abierta a Internet?

MDM- Nada favorece más la aparición y el desarrollo de esas lacras que la ausencia de libertad de expresión. Por lo mismo, nada contribuye tanto a desactivarlas como la libre y suficiente difusión de los conocimientos y las ideas. Las mentiras germinan en todas las sociedades, pero en las democráticas tienen las piernas cortas. En cambio, los regímenes dictatoriales pueden subsistir gracias a ellas y a la censura que las ampara. De esto último, Cuba es una muestra fehaciente.

AA- ¿Usted votaría a favor de incluir una asignatura contra la envidia en un futuro sistema de educación en Cuba?

MDM- Sí, nada se pierde con probar. Quizás tengamos resultados envidiables.

AA- ¿Cuán positivamente puede contribuir a la liberación y desarrollo de Cuba el activismo político youtuber liderado actualmente, entre otros, por influencers como los Pichy Boys, Alain Paparazzi o Alexander Otaola?

MDM- De los tres citados, Otaola es el único que conozco, y pienso que realiza una útil labor de información y denuncia de lo que desafortunadamente está sucediendo en Cuba.

AA- ¿Qué tipo de influencia podría ejercer Estados Unidos en el futuro de Cuba teniendo en cuenta los estrechos lazos existentes entre ambos países desde hace, por lo menos, tres siglos?

MDM- Espero y deseo, por el bien tanto de los cubanos como de los estadounidenses, que esa influencia sea inteligente y propicie la aparición de una próspera democracia en la isla.

AA- ¿Usted quiere ser enterrado en la mayor de las Antillas o, por el contrario, prefiere que sus cenizas sean arrojadas al mar?

MDM- Francamente, me da igual lo que hagan con mis cenizas; aunque, puesto a expresar un deseo, me place imaginar que con ellas abonen una arboleda.

AA- Por favor, revélenos el nombre secreto de Cuba.

MDM- Ínsula Desbarataria. ■

Cuba, una isla buena para la tortura

Shakira, El Potro, Cama Turca, son nombres que han dado los presos a algunos de los duros castigos que se aplican en las cárceles cubanas. El régimen los niega, pero los testimonios se multiplican. DIARIO DE CUBA recoge una amplia muestra en este reportaje.

YOE SUÁREZ / La Habana, 19 Enero 2022

Anderlay Guerra conoció la Shakira en el Combinado de Guantánamo, donde estuvo preso entre 2005 y 2009 por «intento de salida ilegal del país». No se trataba de una mujer, sino de lo que llamó «el peor método de tortura en ese lugar». Consiste en esposar al reo por la espalda, de pies y manos, para que quede inmovilizado sobre el piso de la celda. Es «una posición muy incómoda —describió Guerra—, y cuando haces algún movimiento, mueves las caderas, imagínate cuánta ironía».

Guerra, periodista independiente, dijo que vio hombres orinarse y defecarse encima tras 24 y 48 horas así. «Esa tortura tiene modalidades», detalló. La cadena que une manos y pies puede ser más o menos acortada; en el caso de que la tensen mucho, el hombre queda solo con el pecho pegado al sucio, húmedo y pestilente suelo por donde transitan insectos y roedores.

El uso prolongado de esposas como forma de tortura ha sido ampliamente denunciado por la disidencia, especialmente la variante de la Shakira.

Si en el nacionalsocialismo los motivos étnicos eran fundamentales en la represión del Estado, bajo sistemas comunistas como el cubano lo son los ideológicos, y parte de la población disidente es carne de torturas o tratos degradantes. Lejos de la narrativa idílica sostenida en parte del planeta, en la construcción del socialismo cubano la tortura es un ladrillo más.

La Shakira y otras variantes del uso prolongado de esposas

Otra versión de la Shakira incluye suspender al recluso «del techo del calabozo cogido con las cadenas», algo que provoca laceraciones en la piel, especialmente en muñecas y talones.

«La decisión de soltarlo la toman los carceleros cuando ellos entienden; si el preso es muy ‘rebelde’ o la ‘falta’ es considerada muy grave, entonces lo tienen más tiempo así», dijo Guerra. Según su experiencia, el ensañamiento es mayor con los presos políticos que gritan consignas contra el Gobierno o hacen huelgas de hambre para exigir asistencia médica o los llamados «derechos carcelarios».

La práctica no es nueva. Francisco Osorio, opositor guantanamero que estuvo preso en 1992, ya oía hablar de la Shakira, también llamada Balancín. Sin embargo, no solo en el tiempo, sino también en el espacio parece estar bien extendida esa técnica de tortura en el sistema carcelario del régimen cubano.

Guerra escuchó que era practicada en las cárceles Kilo 8, en Camagüey, y Boniato, en Santiago de Cuba, «y después llegó a Guantánamo».

Tras manifestaciones dominicales de las Damas de Blanco y otros grupos acompañantes realizadas durante el «deshielo» de relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, también se reportó el uso de la Shakira. En La Habana, más que a una forma de tortura, hacía referencia al tipo de esposas que se usaba para inmovilizar a las manifestantes.

Las sesiones ocurrían en la Academia de Policía de Tarará. Allí, además de poner a las víctimas a posiciones incómodas durante horas, tanto grupos de mujeres como de hombres uniformados propinaban golpizas.

En junio de 2021 llegó un reporte desde la provincia Mayabeque. Zuleidis Gómez declaró a la prensa independiente que en la prisión de alta seguridad de Guanajay su esposo, el activista y reportero Esteban Rodríguez —recientemente forzado por el régimen al exilio—, tenía puestas las Shakiras.

«Se encuentra esposado de manos y pies las 24 horas del día», denunció la mujer a través de las redes sociales. «Lo tienen aislado en una celda a él solo. La presión le está subiendo».

Aunque en Cuba no existen estudios sobre las consecuencias físicas y psicológicas de este tipo de tortura para las víctimas, el especialista en fisiatría Miguel Ángel Ruano considera que un posible análisis de lesiones por el uso prolongado de esposas en la Isla tendría similitudes con estudios sobre ese mismo tema, como el realizado por la doctora Angélica María Losada en Colombia.

Ruano, también doctor en Neurociencias, dijo a DIARIO DE CUBA que las lesiones se evidencian con cambios de coloración y edemas, pérdida de la continuidad de la epidermis y/o dermis en las muñecas y el tercio distal de los antebrazos, así como entumecimiento, calambres, parestesias y limitaciones en la fuerza, flexión y movimiento.

En junio de 2021, Leticia Ramos, representante de las Damas de Blanco, denunció que al preso político Virgilio Mantilla le aplicaban otra clase de tortura que implica ataduras o esposas, conocida como El Potro. En una celda de castigo de la cárcel camagüeyana Kilo 8, era inmovilizado de pies y manos, sujetado a un poste.

En la Prisión Provincial de Las Tunas se empleaba otra técnica, denominada Cama Turca. El recluso Yunier Almaguer estuvo seis días esposado de ambos pies y manos en una litera sin tabla ni colchón.

En un audio compartido por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, un testigo detalló que en la litera «te encadenan como a Jesucristo, te tiran como si estuvieras acostado». Y acotó: «pero dicha cama no tiene tablón ni nada y te cuelgan ahí por los días que les da la gana, con una esposa en cada pie y en cada mano».

Hoy más de 800 cubanos están cautivos o sentenciados por motivos políticos en la Isla. Así, la Revolución socialista se cuelga un nuevo récord: el mayor productor de presos políticos del hemisferio occidental. La cifra la da la ONG Cuban Prisoners Defenders y corresponde a su primer informe de 2022. Las historias de torturas podrían multiplicarse en los próximos meses.

Altas temperaturas, privación del sueño y golpizas

El régimen cubano admite que en la Isla se tortura… pero en la base naval estadounidense de Guantánamo. En un reciente episodio, el programa oficialista Con Filo mencionó algunas de las técnicas documentadas en este reportaje: cambios de temperatura, limitación del sueño; pero en ningún momento admitió que es algo que ocurre también el sistema policial-penitenciario castrista.

Sin embargo, Arianna López, líder de la Academia Julio Machado en Villa Clara, las ha vivido. Según relató, en marzo de 2020 fue conducida, esposada, hasta un cuarto de interrogatorio de la Unidad Provincial de Investigaciones. Dentro, el aire acondicionado estaba al máximo.

El doctor Miguel Ángel Ruano explicó que, al torturar a un individuo mediante exposición a bajas temperaturas, pueden ocurrir «desde la generación de una parálisis facial hasta síntomas como estornudos, dolor de cabeza, malestar general, congestión nasal, tos y dolor de garganta».

El médico cubano detalló que «los cambios drásticos de temperatura hacen que los mecanismos de defensa del cuerpo caigan y las enfermedades se activen, porque las bacterias y virus asociados a las vías respiratorias se mueven en ambientes fríos y húmedos». Con los cambios bruscos de temperatura, la suceptibilidad a contraer enfermedades virales y bacterianas aumenta mucho.

Según Arianna López, los militares entraban y salían, aparentando que se habían olvidado de ella. «Unos apagaban el aire y hacía mucho calor, otros lo encendían y hacía mucho frío». En octubre, la activista fue otra vez detenida y la escena se repitió, esta vez junto a las opositoras Maidelin Toledo, Yenifer Guevara, Yenifer Casteñeda y Donaida Pérez.

Después de golpearlas por la cabeza y las costillas en la estación policial de Placetas, las «pusieron por largo tiempo al sol», y más tarde las llevaron a «un cuarto frío». López está clara de lo que ocurrió: las torturaban.

Ruano explicó que mientras las altas temperaturas favorecen patologías gastrointestinales, las bajas favorecen las respiratorias y cardiovasculares. «Uno de los efectos más importantes del frío, o del cambio brusco de temperatura cálidas al frío, es la vasoconstricción que origina cambios» a nivel cardiovascular, aumentado la presión arterial y la frecuencia cardíaca. «Aumenta la probabilidad de infarto de miocardio en pacientes con riesgo cardiovascular y favorece la formación de trombos».

La exposición a altas o bajas temperaturas es una de las más conocidas modalidades trasmitidas por los asesores del KGB y la Stasi a sus aliados cubanos desde el inicio de la Revolución, quizá por su carácter de «tortura blanca», que no deja marcas visibles.

En 1960, el anticastrista Ángel de Fana fue conducido a la primera sede de la policía política, en Miramar. «Completamente desnudo y con la cabeza tapada dirigieron hacia mí un aire acondicionado. Empecé a tiritar», relató en una entrevista con el diario español ABC.

En ese mismo material periodístico, Luis Zúñiga rememoró la privación del sueño a la que sometían a presos políticos que, como él, se negaban a insertarse en los planes de adoctrinamiento castrista. «En la prisión de Boniato, a los ‘plantados’ nos aplicaron ruidos electrónicos 24 horas al día para volvernos locos —dijo—. Era horrible, por la desesperación dábamos golpes contra las planchas de acero de las puertas».

La periodista independiente Mary Karla Ares también experimentó la limitación del sueño, pero décadas después que Zúñiga. En mayo de 2020, la aislaron durante cuatro noches en la prisión de mujeres del Guatao, «en una celda con una sola ventana con vista al cielo».

«No tenía contacto con nadie, excepto cuando me llevaban los alimentos; después del horario de comida de la tarde, no veía a nadie más», contó a DIARIO DE CUBA. La primera noche los guardas dejaron la luz de la celda encendida. Alrededor de las 9:00PM, Ares comenzó a gritar para que la apagaran. Necesitaba conciliar el sueño. «Al cabo de un rato llegó un militar y sencillamente respondió que no podía hacerlo».

«Así estuve por 96 horas. Ni por el día apagaban la luz. Noche tras noche pedí lo mismo a los guardias, pero ya no iban a mi celda —recordó la joven—. Fueron días de mucho desgaste mental».

El doctor Ruano afirma que «la falta extrema de sueño puede conducir a desorientación, paranoia y alucinaciones». En el caso de Ares, a la par, le aplicaban de uno a tres interrogatorios diarios en los que le preguntaban sobre su activismo político, «cuestiones personales e incluso relaciones de pareja».

Ares también mencionó las salidas al soleador como otra tortura: «muchas veces me sacaban sobre el mediodía y era duro después de estar tantas horas encerrada en una celda. El sol te quema muy fuerte, apenas ves».

Medicina que no cura

De otro lado, el uso de la medicina y de instalaciones clínicas para torturas y malos tratos también ha sido documentado en la historia reciente cubana. El expreso político Raudel García relató que en 2012 sufrió una crisis de ansiedad en la cárcel de 100 y Aldabó, que considera resultado de drogas colocadas en su comida.

Sobre su cautiverio y el proceso dentro de la maquinaria jurídica socialista escribió el libro El reto de vivir en Cuba, publicado a fines de 2016. «Para ese entonces aún estaba lejos de saber muchas cosas que hoy me son evidentes», dijo a DIARIO DE CUBA.

«Todos los que hemos estado en 100 y Aldabó coincidiremos sin duda alguna en que es un lugar diseñado para romper psicológicamente a cualquier persona», añadió. «Fui testigo de que muchos que estuvieron conmigo en la misma celda, cuando llevaban cerca de 30 días padecían síntomas psicológicos de asfixia. Otros no soportaban el encierro y trataban de suicidarse. En mi piso, lo normal eran alrededor de tres o cuatro intentos de suicidios por mes».

«Hoy estoy convencido de que la crisis nerviosa que tuve fue provocada», resaltó. «Ningún médico de los que me han atendido en Estados Unidos cree que fue producto de un proceso natural. Quizá hubiese sido ‘natural’ en los 30 a 40 días iniciales de cautiverio, no después».

García, ahora en el exilio, especuló que, teniendo en cuenta los síntomas que tuvo, es muy probable que pusieran en su bandeja de comida «pequeñas dosis de algún psico-fármaco, que con el tiempo creo adicción en mi organismo».

«La respuesta de mi organismo ante la ausencia de estos sería, naturalmente, la crisis, que se caracterizó por un nivel de ansiedad alto. En un lapso de 72 horas desde que comenzaron los primeros síntomas, perdí completamente el sueño y comencé a experimentar temblores en mis manos y mis pies. Fue algo espantoso», describió.

Luego comenzaron las muecas con la boca, la nariz, tics nerviosos. Raudel García había visto esas señales en casos de alcohólicos que eran ingresados para entrar en proceso de abstinencia. «Mis síntomas fueron exactamente los mismos, solo que yo no soy alcohólico», dijo. «Rebasé la crisis por la misericordia de Dios».

Durante tres semanas estuvo en esa condición sin recibir asistencia médica en la cárcel. Solo después de que salió de la crisis nerviosa, y estando aún en 100 y Aldabó, oficiales de la policía política lo trasladaron a Medicina Legal para un diagnóstico.

«Los psiquiatras militares dijeron que habían quedado secuelas, por lo que seguiría siendo atendido. La principal fue con el sueño». Primero en la Prisión de Valle Grande y después en la Sala de Penados del Hospital habanero La Covadonga, un pabellón grande y sin ventanas, le administraron fármacos para dormir durante un año. Las dosis aumentaron meses después, en la Sala de la Seguridad del Estado del Hospital Finlay.

«A las pocas semanas, ya mi organismo había asimilado esas dosis, y es cuando cambiaron los medicamentos por otros más fuertes, de los que soy dependiente hasta el presente». Mucho tiempo después, García logró bajar la dosis de los fármacos, «pero no pude deshacerme de ellos. Al día de hoy, ya no proporcionan sueño, pero tampoco los puedo eliminar».

«Me dieron los medicamentos más tóxicos, al punto de que yo, en el primer año en Estados Unidos, tuve un coágulo en una vena debido a las toxinas presentes en mi cuerpo», afirmó en una entrevista con América TeVé.

García, quien afirma sufrir aún efectos de esa medicación, señaló en mayo de 2021 que el artista contestatario Luis Manuel Otero Alcántara pudo haber pasado por algo similar. Se refería al internamiento forzoso del joven en el Hospital Calixto García, de la capital cubana.

Al salir del centro médico donde permaneció incomunicado y era sometido a evaluaciones psiquiátricas, Alcántara calificó de «duro» el mes que estuvo «secuestrado».

En un panel auspiciado por el Directorio Democrático Cubano, con sede en Miami, el doctor Alfredo Melgar dijo, a propósito del caso del artista, que «la psiquiatría y la medicina» se emplean en cuba como arma «para doblegar a los disidentes».

Daniel Llorente lo vivió en carne propia. El 1 de mayo de 2017 corrió por la Plaza de la Revolución, lista para el comienzo de la marcha y los discursos por el Día Internacional de los Trabajadores, enarbolando una bandera estadounidense y gritando «Libertad para el pueblo de Cuba».

Acabó inmovilizado por militares vestidos de civil, momento captado por la prensa extranjera que cubriría la movilización anual organizada por el Partido Comunista. Acusado de desorden público y resistencia, pasó un mes tras las rejas, y el 30 de mayo fue encerrado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana. Su hijo Eliezer Llorente, entonces un adolescente, afirmó que no había recibido diagnóstico que justificara tal reclusión. Aun así, permaneció un año en ese centro médico.

Buen lector de Foucault, el castrismo no solo emplea sus instalaciones militares, sino también las clínicas, para doblegar a detenidos. Esbirros no faltan en esas filas. Reciéntemente el régimen desclasificó la identidad del oncólogo Carlos Leonardo Vázquez, agente al servicio de la policía política por más de 25 años.

El biólogo Ariel Ruiz Urquiola ha denunciado que, en un centro hospitalario cubano donde estuvo preso en 2015 por su activismo político, le habrían inoculado el virus del VIH-Sida.

Desahuciada y en silla de ruedas llegó a Estados Unidos, en enero de 2020, la Dama de Blanco Xiomara Cruz. Su médico de cabecera subrayó que, además de un pulmón colapsado y muy escasa masa muscular, había en su organismo bacterias, aparentemente inoculadas en Cuba mientras estuvo internada en una institución hospitalaria.

También existen testimonios de la negación de asistencia a pacientes por motivos políticos. En mayo pasado, el activista de derechos humanos Yoel Pérez Bravo fue internado en el Hospital Militar Manuel Fajardo, de la ciudad de Santa Clara. Tenía Covid-19. Aunque la falta de medicamentos y oxígeno en la Isla empeoró la crisis sanitaria para todos, en el caso del opositor, su colega Osney Quintana denunció que la policía política ordenó no suministrarle las medicinas necesarias, al menos inicialmente.

Luego se supo que, durante los episodios de fiebre, tos y falta de aire, únicamente le proporcionaban medicamentos cuando empezaba a tener temblores.

La negación de asistencia médica y de fármacos es una denuncia permanente de los presos en las cárceles cubanas.

«La prisión en sí misma es una tortura»

Yaxys Cires, director de estrategias del Observaorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), cree que «tanto a nivel interno como internacional, no se ha entendido el alcance del concepto de tortura. Mucha gente piensa en aquellos castigos corporales frecuentes en películas o libros de historia, pero en verdad la tortura va más allá, incluso de la psicológica».

El concepto de referencia en el tema es el consignado por la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes: «todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia».

«Teniendo en cuenta ese concepto, la tortura más frecuente en el presidio político es el hecho de que la prisión es impuesta como castigo por el ejercicio de los derechos humanos, es decir, la prisión en sí misma es una tortura», expresó Cires a DIARIO DE CUBA.

«Hay prisioneros políticos que en libertad han narrado las frecuentes amenazas a su integridad durante el cautiverio para que se autoinculparan, para quebrar su moral, para que desistieran de sus ideas políticas o activismo, o para que abandonen su país. Les hacen creer que están solos o que su familia podría sufrir consecuencias», agregó.

En su opinión, la cárcel por motivos políticos es «abominable», con independencia de que el preso sufra castigos corporales o psicológicos, «que también son recurrentes, en especial estos últimos». Cires recordó los maltratos psicológicos que sufrió el artista visual Hamlet Lavastida durante sus tres meses de detención en 2021, como ejemplo palmario.

«Coincido con Alejandro Gonzalez Raga, exprisionero político y fundador del OCDH, cuando dice que la ley cubana no combate la tortura, sino que la ampara, tanto cuando permite que alguien sea enviado a prisión por el ejercicio de sus derechos humanos como cuando los funcionarios represores actúan con total impunidad», subrayó el también abogado.

«En el caso de las torturas corporales, como las golpizas, el régimen se cuida bien de que no sean acreditadas, comenzando por poner dificultades para que profesionales de la medicina, tanto dentro como fuera de la cárcel, dictaminen ajustados a la verdad. Aun así, cada vez hay más testimonios de maltratos físicos, a raíz de la represión por las protestas» que sacudieron Cuba en julio de 2021.

Las historias de golpizas a detenidos o reclusos son comunes desde el principio mismo de la Revolución, y llegan al presente con detalles escalofriantes. El pastor santiaguero Lorenzo Rosales, preso en Boniato desde las manifestaciones antisistema del 11 de julio, lo sufrió, de acuerdo con un testigo que prefirió no revelar su nombre.

La fuente, «uno de los guardias que orinó» sobre la cabeza de Rosales la madrugada del 14 de julio, cuando era trasladado a la unidad policial de Versalles, contactó al defensor de derechos humanos Mario Félix Lleonart.

«No teníamos agua —le escribió a través de Messenger— y pensábamos que lo habíamos matado de la golpiza que le dimos en el camino». El desconocido reveló que no quería abusar de Rosales, pero de no participar, dijo, «el muerto lo hubiera puesto yo». En sus mensajes finales, el presunto militar alertaba: «están puestos para matar al pastor, para que no cuente todo lo que se le ha hecho. Cualquier día de estos, otro preso lo mata o él aparece suicidado».

Relatos como este se multiplican a medida que los detenidos por las protestas de julio pasado tienen más contacto con sus familias o salen en libertad. Asistimos a un nuevo capítulo oral del horror revolucionario.

Aun con este aval de antivalores, el Estado socialista trasmitió, hace unos meses, un reportaje de Russia Today que reconstruye críticamente torturas del gobierno británico contra prisioneros irlandeses. En 1978, explicaba el audiovisual, Gran Bretaña fue llevada ante el Tribunal europeo de Derechos Humanos, pero este dictaminó que los reos no habían sido torturados, sino que habían recibido tratos inhumanos y degradantes.

Cuando alguien la confronte y la tiranía cubana halle a bien responder, ¿de qué tecnicismo espera colgar argumentos contra las torturas que aplica a sus prisioneros? ¿Seguirá haciendo como si nada pasara en la Isla? ¿Seguirá haciéndolo el mundo libre también? ■

TIRO AL BLANCO

AFORISMOS DE MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ

«Es peligroso tener razón cuando el Gobierno está equivocado.» Voltaire

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Ser libre es ejercer el derecho a ser humano.

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Lo primero que hacen los marxistas al tomar el poder es sustituir la Dialéctica por la Seguridad del Estado.

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El Caso Padilla es un episodio de la reiterativa, interminable, tediosa historia universal de la censura.

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Quien te niega el derecho a ser física y mentalmente libre intenta robotizarte.

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Nada más repugnante que ver al esclavo besar la mano que lo flagela.

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Lo propio del filósofo es pensar sintiendo, o sin sentir. Y lo propio del poeta es sentir pensando, o sin pensar.

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La poesía es un ejercicio de libertad o no es nada.

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En Cuba, hoy, todo el mundo tiene motivos para sentir miedo, empezando por el Gobierno.

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Lo que más me desconcierta es la pasmosa sencillez con que pasamos del todo a la nada.

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En el ejercicio del periodismo aprendí a defenderme de las palabras que sobran.

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Se puede aceptar que “En Cuba nadie es sancionado por su forma de pensar” (diario Granma)… si no abre la boca.

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Vivir en democracia es decir sencillamente las cosas como las  pensamos.

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Un Derecho es una propiedad, como sabe un demócrata, no una limosna, como cree un déspota.

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La literatura es la forma más efectiva –por afectiva– que tenemos para digerir el mundo que soportamos.

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Sólo en las dictaduras son ilegales los derechos humanos, aunque aparezcan acomodados en las leyes.

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“Para el fascismo, el desacuerdo es traición”, señaló Umberto Eco. Y lo mismo es para el comunismo, digo yo.

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La poesía es el verbo incandescente que la crea. Podrá no haber poetas, en cuyo caso tampoco habrá poesía.

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La historia que protagonizamos es un relato de sueños que al encallar en la realidad mutan en pesadillas.

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El mejor antídoto contra la mentira es la libertad de prensa. No hay bulo que sobreviva a la prensa libre.

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No hay desarrollo social ni buena calidad de vida sin libertades democráticas.

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Alguien dijo que “Don Quijote podría ser el Che Guevara”. No lo creo: hubiese fusilado a Sancho y acuchillado a Rocinante.

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Somos un baúl sin fondo en que se van acumulando pedazos de mundo y de voces.

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Escritores y artistas tendemos a sobredimensionar el papel de la ética en la política, de ahí nuestras repetidas decepciones.

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Las libertades democráticas son imprescindibles para el progreso material y el equilibrio espiritual de los pueblos.

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La cultura es un bastión que las tiranías nunca consiguen tomar íntegramente.

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Un poema, que es un espejo roto donde mirarnos, tiene siempre una biografía detrás.

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La filosofía debe dar explicaciones, la poesía no.

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Él tiene sobre mí la enorme ventaja de ser joven y yo tengo sobre él la enorme ventaja de ser viejo.

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El hábito no hace al monje, ni los votos al demócrata.

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Los granujas tienen la suerte de que Dios es más benévolo que la Historia y esta es más olvidadiza que Dios.

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El derecho que tienes a no pensar como yo es el mismo que tengo a no pensar como tú.

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Todo poema es una proposición de diálogo.

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Entre las incontables e imaginativas maneras de perder el tiempo, hay dos singularmente caprichosas: la de pretender glorificar a un poeta, como tal, por sus ideas políticas y la de pretender descalificarlo por lo mismo.

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Sólo un tonto, un embaucador, un timorato, un cínico o un humorista se niega a decir que en Cuba hay una dictadura.

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Testigo incómodo: sujeto extravagante que cuenta lo que ve y se ajusta a los hechos.

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Si la calle es “sólo” de los revolucionarios –o de los liberales, o de los calvos…– no hay democracia.

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La democracia es diálogo; la dictadura, monólogo.

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La poesía es un ejercicio de libertad o no es nada.

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No se escribe poesía para minorías ni para mayorías, sino para la vida.

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La expresión poética es el resultado de la libre confrontación del espíritu con el mundo.

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No hay texto independiente de su autor ni autor independiente de su contexto.

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Lo del poeta es crear su propio código desde la libertad, a partir de sus convicciones y dudas, de sus esperanzas y temores, y ponerlo en el mundo como se pone en circulación una moneda.

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De cuanto me concede la poesía, lo que me seduce más es que me permite asomarme a lo que hay de abismo en la cotidianidad de la vida.

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El exilio es un naufragio.

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La libertad de expresión es un derecho natural: responde a una necesidad de la inteligencia humana.

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«La revolución cubana está agotada»

ELOY GUTIERREZ-MENOYO / EL PAÍS / MADRID 26 OCT 2012

Fidel Castro con Gutiérrez Menoyo (en el centro), en 1959.

Eloy Gutiérrez Menoyo, cubano nacido en Madrid en 1934, comandante de la revolución que depuso al dictador Fulgencio Batista, dictó este texto a su hija durante su enfermedad para que fuese publicado a su muerte:

El año 1959 registró un acontecimiento que parecía marcado por la poesía: la Revolución Cubana. De aquella Revolución, esparcidos por la isla y por el mundo, quedan hoy restos dolorosos de un naufragio. En el 2003 regresé a Cuba. Enemigo en un tiempo del Estado cubano y percibido así oficialmente, intentaba una actividad pacífica que fecundara a favor de un espacio político. Durante años, desde el exilio en visitas puntuales a Cuba, habíamos dialogado con este gobierno con vista a una apertura política. Con el país hecho añicos, sin el socorro de la desaparecida esfera comunista, no le quedaba a Cuba otra salida que no fuera el cambio.

Así se lo manifesté a Fidel Castro en nuestros encuentros que consideré breves pero sustantivos. Sin embargo, desde mi llegada sorpresiva, no se me ha extendido el carnet de identidad ni se me ha otorgado el espacio político que se discutió en un tiempo. Es cierto que se ha tolerado mi presencia pero ello ha ocurrido bajo el ojo orwelliano del Estado que se ha preocupado por observar de cerca a nuestra militancia.

En el tiempo que he pasado aquí, he visto también la destitución de sus cargos de algunos de los funcionarios oficiales que compartieron conmigo y otros activistas de Cambio Cubano, no sólo la preocupación por los problemas que asolan a nuestro pueblo, sino también la urgencia de producir la necesaria apertura política. Esa apertura política traería consigo grandes transformaciones que se hacen impostergables y para las cuales no faltó en los momentos de nuestras conversaciones cierto estímulo alentador por parte del más alto liderazgo de este país.

Hoy día, sin perder mi fe en el pueblo cubano, denuncio que aquella empresa, llena de generosidad y lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a la vanguardia del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad de concretarse en un proyecto viable.

Comparto esta realidad con los mejores factores del pueblo cubano, estén en el gobierno, en sus depauperadas casas o en el exilio, y asumo la responsabilidad de este tropiezo a la vez que me reafirmo en las ideas que en su inicio suscitaron la admiración de amplios sectores cubanos e internacionales. Hago esta declaración en medio también de un diagnóstico médico en lo que va menguando mi salud personal. Asumo la responsabilidad de esta batalla y no me amedrenta el hecho de que algunos puedan calificarla de fracaso. La voluntad de perpetuarse en el poder de Fidel Castro ha podido en este caso más que la fe en la posible renovación de los mejores proyectos cubanos desde fecha inmemorial. ¿Cuál es la Cuba a la que me enfrento hoy en medio de mi enfermedad? Es una Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha hecho inexistente. El ciudadano ha ido perdiendo consciencia de sí mismo: se resiste aunque a veces no lo exprese y la juventud se sustrae y convierte el deseo de escapar en una obsesión desmesurada. Grandes sectores de la gente de a pie ya sabe de memoria que esta revolución ya no tiene sentido moral. El cubano ha ido perdiendo su esencia. Sobrevive en la simulación y en ese extraño fenómeno del doble lenguaje. Las estructuras son irracionales. La extranjerización de la economía se monta precariamente sobre una fórmula absurda y desbalanceada que excluye el protagonismo y la iniciativa nacional.

El gobierno que pregonó ser del pueblo y para el pueblo no apuesta por la creatividad y la espontaneidad nacional y el sindicalismo brilla por su ausencia.

Me ha tocado vivir de cerca la ardua faena de intentar hacer oposición en este país. He sido firme en mi posición independentista y en mi llamado a marcar distancia de cualquier proyecto vinculado a otros gobiernos. Pero el gobierno cubano ha sido tenaz en su minuciosa labor de hacer invisible a la oposición, a la que se coacciona y cohíbe de movilizarse y no se le permite insertarse en las áreas importantes de las comunicaciones o la legislación.

¿Cómo indemnizar a un país por 50 años de disparates contra su ciudadanía? ¿Cómo se indemniza a un pueblo de tantos daños directos contra la colectividad y el ciudadano? ¿Cómo se le indemniza de los errores por consecuencia?

El gobierno cubano no deja duda de su incapacidad de crear progreso. Como resultado de esta realidad el cubano deambula por sus calles como un ciudadano disminuido, inquieto, triste e insolvente. En la mentalidad de los que se aferran al poder a toda costa ese ciudadano es el modelo y candidato perfecto a la esclavitud. La Constitución no funciona. El sistema jurídico es una broma. La división de poderes no es siquiera una quimera. La sociedad civil es, como el progreso, un sueño pospuesto por medio siglo.

¿Burla la justicia la madre desesperada que busca leche para su hijo en la bolsa negra? Hace unos 60 años, Fidel Castro se dirigió a un magistrado, en medio de una dictadura pero con prensa libre como testigo, y explicó que si se le acusaba por uso de fuerza militar revolucionaria, ese agravio, ese desacato a la ley, y aquella querella oficial contra él, debían ser desestimados ya que el gobierno existente era producto ilícito de un golpe de estado. Aquella lógica, inexpugnable y cierta, podría aplicarse hoy día, en nombre de la oposición para decir que el gobierno cubano hace un grosero uso del poder absoluto y que su consolidación a perpetuidad es una intolerable disposición testamentaria. Se usaría bien aquel planteamiento de Fidel ante un magistrado para decir que nadie puede hacerse custodio eterno de un país ni llevar adelante una meticulosa empresa de abolir la realidad y de paralizar el avance. También se me ocurriría preguntar dónde está la dirección originaria del proceso por el que murió mi hermano Carlos o cuándo terminará la desazón de sentir que el futuro está hipotecado. Durante 50 años de destreza política y control policiaco el cubano ha sido un verdadero héroe de la subsistencia dentro de un laberinto dialéctico. Ha manejado el desencanto y el extravío y el desdoblamiento y la fatiga. ¿Qué tiene de nuevo que decirle este gobierno a ese cubano acerca de su destino incierto? Según los médicos, mi diagnostico es irreversible. Voy sintiendo que cada día será más opaco y a la vez más cierto en la brevedad de mi destino. No temo el diagnóstico que parece ser una ruta y la caminaré con calma y con esperanza en el futuro de Cuba, esta tierra de hombres y mujeres inigualables. Quisiera decir que me reitero en las ideas que alentaron en mí y en mis hermanos mis padres generosos; ni tamizo ni renuncio a mi vinculo con la socialdemocracia, una vinculación que es, cada vez más, a partir de la visión incluyente de la historia; las posibilidades de éxito de cualquier visión política se engrandecen o achican a partir de la generosidad y el sentido de compromiso colectivo, la capacidad de acuerdo de sus portadores.

Si ofendí a alguien, si los fantasmas de las diferentes contiendas me tentaron a faltarle a la generosidad, pido benevolencia, al igual que olvido a quienes pudieron haberme juzgado de manera apresurada hoy reflexiva. Creo haber servido a Cuba en diferentes etapas por encima de los errores de mi autenticidad, de cualquier falta de visión de mi parte o de cualquier terquedad en el camino. Durante la revolución, creo haber sido una voz de humanismo que se manifestó quizá mejor en el sentido de oponerme a los fusilamientos. Haber vivido en mi infancia la guerra civil española me había preparado para intentar al menos el dominio de las pasiones. No creo haber sido de los que permitieron el reverso del sueño que acabó en convertirse en la peor pesadilla. Alguien podría interpretar este documento como un lamento pesimista. Sin embargo, no es ese su propósito como no va en él ninguna forma de cólera aunque me haga eco de estos duros quebrantos de la familia cubana a la que me uní desde mi niñez al llegar a Cuba como miembro de una familia de exilados españoles republicanos. Mi optimismo se basa en la fuerza telúrica de esta isla; en la ternura infinita de la mujer cubana; en el poder de innovación de su gente más sencilla. La herencia de perdurabilidad de la Nación cubana resistirá todos los ciclones de la Historia y a todos los dictadores. Varela es más que una seña. Maceo es más guía que guerrero admirable. Martí no es una metáfora. La suerte llegará. Cuando el último cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven nacido en Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla. Cuando sanen las heridas y desaparezca el dolor habrá un pueblo que tendrá cautela de celebrar su nueva dicha y de cuidarse de magos iluminados y de proyectos mesiánicos. Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada, silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre pueblo que merece algo mejor. Yo sé que habrá una mariposa que se posará en la sombra. Me habría gustado poderle decir que habría querido dar más; acaso ella habría entendido que sólo pude dar mi vida y que tuve el privilegio de ser parte de esta isla y de este pueblo. ↈ

Carta Abierta al Sr. Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Un fantasma recorre la mente del gobierno cubano, el fantasma de Archipiélago… En su última comparecencia, usted, presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se refirió a la Marcha Cívica por el Cambio convocada por Archipiélago de la siguiente forma, y citamos textualmente: “Es un plan orquestado, se involucran tanques pensantes y portavoces del gobierno de Estados Unidos en la concepción y preparación de estas acciones”.

No somos “tanques pensantes”. Simplemente decidimos ejercer nuestros derechos, para eso no se requiere tanto intelecto, solo decisión y convicción. Tampoco precisamos que nadie nos mande, ni el presidente de Cuba ni el de ningún país, mucho menos el de Estados Unidos. Si tiene alguna prueba con la cual fundamentar sus afirmaciones, lo invitamos a que las exponga públicamente, aunque tanto usted como nosotros sabemos que ello será imposible pues tales vínculos no existen.

El único dictado al que respondemos es al de nuestras conciencias. La única voz a la que respondemos es a la de los millones de cubanos y cubanas obligados a dedicar jornadas completas para adquirir productos cada vez más caros en una moneda que no disponen; la voz de las familias que han perdido seres queridos por la precaria condición de la infraestructura médica cubana, en la cual no se invierte lo que se debiera; la voz de los miles de trabajadores cuyos salarios no les alcanzan para llegar a fin de mes; la voz de madres, hijos y hermanos de los manifestantes del 11J procesados cual viles criminales y sancionados en juicios sumarios sin debido proceso; la voz de la juventud que ante la falta de futuro se ve obligada a abandonar el país; la voz de las madres que lloran en silencio a sus hijos; la voz de los cientos de presos políticos, los exiliados, y los desterrados; la voz de las generaciones que se sienten traicionadas por un proyecto que hace mucho dejó de ser revolucionario para ser excluyente; la voz de los cubanos que han perdido la vida intentando huir de esta isla; la voz de los ciudadanos que quieren que las cosas cambien.

No podríamos quedarnos indiferentes ante tanto dolor y desidia por parte de su gobierno ni aunque quisiéramos.

La Revolución, que alguna vez se planteó como un proyecto por los humildes y para los humildes, fue sepultada por el totalitarismo hace décadas, el cuál hoy exhibe una mentalidad de hotelería y mercantilismo. Que conste, no nos oponemos a que el gobierno cubano apueste al desarrollo de la industria de servicios, sino al costo que conlleva la manera en que se hace.

Tampoco nos oponemos a que se defienda la soberanía del país; a lo que nos oponemos es a que se justifique la represión, la ausencia total de espacios democráticos y la violación de los derechos de los ciudadanos mediante supuestas amenazas a la soberanía.

Se nos acusa de intentar desestabilizar el país, sin embargo, el que ha desestabilizado el país es usted.

Nosotros no instruimos un reordenamiento económico que tiene poco que envidiarle a esos paquetazos neoliberales que su gobierno denuncia en Latinoamérica; nosotros no acosamos ni apresamos personas por razones políticas; nosotros no dimos una orden de combate lanzando cubanos y cubanas a una guerra fraticida; nosotros no dejamos sin abastecimiento las tiendas y establecimientos en moneda nacional; nosotros no somos responsables de la inflación exhorbitante del país; nosotros no hemos organizado brigadas de respuesta rápida (bandas ultraviolentas) para golpear a quien piense diferente; nosotros no hemos violado los derechos humanos y constitucionales de nadie; nosotros no hemos puesto el país en pie de guerra para enfrentar a manifestantes pacíficos.

Las intenciones de la manifestación que convocamos para el 15 de noviembre fueron expresadas públicamente y están contenidas en las cartas dirigidas a las intendencias y que a continuación citamos: “contra la violencia, para exigir que se respeten todos los derechos de todos los cubanos, por la liberación de los presos políticos y por la solución de nuestras diferencias a través de vías democráticas y pacíficas”. Aunque las autoridades pretendan ignorar o torcer los hechos, estas son nuestras intenciones, las cuales se amparan en la Constitución cuyos artículos 54, 56 y 61 reconocen nuestro derecho de libertad de expresión, manifestación, petición y queja.

¿En qué parte de esas cartas se dice que no queremos el bien supremo de Cuba o que somos ciudadanos carentes de valores patrios? Si remitimos cartas a las autoridades es porque las respetamos. Que no estemos de acuerdo con el orden establecido y querramos un cambio no significa que estemos intentando derribar por la fuerza el sistema.

Tenemos diferencias, pero entendemos que a través del diálogo nacional se pueden lograr los cambios democráticos que Cuba necesita. Cuales sean esos cambios no está en nuestra capacidad definirlos ni en su persona, presidente, negarlos. Corresponde a los cubanos de todos los signos e ideologías resolver sus diferencias.

No le corresponde a usted como presidente determinar quiénes son interlocutores válidos, ni a nosotros tampoco. Esa tarea le corresponde al pueblo cubano (a todos), tanto a los millones que están dentro como a los que viven fuera de la isla; le corresponde al pueblo, en quien según el artículo 3 de la Carta Magna reside la soberanía intransferiblemente.

No tenemos que estar todos de acuerdo, nadie ha afirmado algo así. Basta que haya una parte de la ciudadanía en desacuerdo con la forma en que se han estado haciendo las cosas, que tenga la voluntad de buscar soluciones a estos problemas y que esté dispuesta a sentarse civilizadamente con la otra. Y esa parte ya existe, si no le convenció de ello la multitudinaria masa que salió a las calles el 11J y que usted criminalizó y reprimió, cerciórese ante el apoyo a la iniciativa de Archipiélago. Los órganos de seguridad saben que no hace falta que tenga lugar el 15N para hacer patente ese apoyo. Los extremistas y los violentos existen a ambos lados de esta ecuación. Nosotros no representamos los extremos; esgrimimos la paz y el civismo, aún cuando se nos amenaza con la violencia.

No somos una fuerza política, ni mucho menos un partido; somos ciudadanos cubanos; nos preocupa nuestra sociedad. Nuestro gobierno no es el de los Estados Unidos sino el suyo, presidente, y por ende es a ud. a quien dirigimos nuestras inquietudes, pues es su responsabilidad como principal representante del Estado cubano llevar el país por buen camino y reconocer los errores; por todos lados se escuchan las voces que piden democracia y un nuevo pacto social, refrendado con elecciones transparentes.

Cada gobierno es responsable del bienestar y seguridad de sus ciudadanos, lo cual en materia de Derecho Internacional se conoce como “responsabilidad de proteger”. Pero si como ha sido el caso, persigue, amedrenta y reprime a su propio pueblo, no espere ni que nosotros lo consintamos, ni que pase desapercibido por la Comunidad Internacional, de la cual para bien o para mal, Estados Unidos forma parte.

Es su administración la que mendiga por la venia de los Estados Unidos, aboga por la normalización de relaciones comerciales y por el fin del embargo económico. En su búsqueda de reconocimiento, los funcionarios y voceros del gobierno están más preocupados por los derechos de los ciudadanos norteamericanos que por los nuestros. Siempre se habla de las afectaciones del embargo norteamericano a Cuba, pero no está dispuesto a admitir las violaciones que se cometen bajo su mandato.

Usted ha amenazado públicamente con reprimir a quienes se manifiesten el venidero 15 de noviembre. Estados Unidos ha respondido que no tolerará ningún acto de represión y amenaza con sanciones. Esas sanciones nos preocupan, pueden bien ser dirigidas contra funcionarios o ser más generales y afectar al cubano de a pie. El hecho es que las sanciones son un acto unilateral de parte de los Estados Unidos en respuesta a su amenaza. Ha sido su accionar, presidente, el que ha servido al país en bandeja de plata a nuevas sanciones, no solo norteamericanas, pues le recuerdo que a raíz del incumplimiento del Convenio de Cooperación Cuba-Europa, la Eurocámara está preparada también para aplicar sanciones a su gobierno.

Si quiere prevenir que la Comunidad Internacional acuse y condene las violaciones de derechos en nuestro país, existe un método sencillo: no permita que se violen derechos impunemente y reconozca el disenso político. Si quiere evitar que en foros internacionales se califique al país de dictadura, conduzca a Cuba como el Estado de Derecho que la Constitución refiere en su artículo 1 y respete las voces de la nación que exigen un cambio.

Nosotros no somos responsables de la condena a su gobierno. No queremos que nuestra protesta se instrumentalice por nación extranjera alguna; pero si la condición para evitarlo es guardar silencio ante lo mal hecho, no lo haremos. El pueblo cubano lleva más de 62 años resistiendo en silencio todos los desvaríos de la gobernanza. Y cada año la confianza que se depositó termina en saco roto.

La protesta en Cuba ha demostrado ser necesaria. Hizo falta un 11 de julio para que el gobierno autorizara a toda prisa la entrada de medicamentos, para que recordara que los barrios humildes existen, para que se entregara un módulo de alimentos, para que se acometieran obras de mantenimiento y restauración en los espacios públicos, rebaja de planes de datos móviles, y que finalmente se aprobaran e incorporaran las famosas “MYPIMES” al esquema de las Formas de Gestión No Estatal. Han logrado que su gobierno se ponga a hacer lo que debía haber hecho antes, que es velar por los sectores más vulnerables de la ciudadanía. Estas acciones son nimiedades en comparación con la montaña de deficiencias y problemas políticos, sociales, económicos y sanitarios que enfrentamos; pero si no hubiera habido manifestaciones y protestas ni siquiera estas minucias las hubiéramos recibido. El pueblo ya sabe que contra la desidia solo cabe la protesta, el 15N no será la última que encontrarán en su camino.

Si a las autoridades y al Partido Comunista le molesta que se haga evidente la falta de consenso que tiene su gobierno entre la población cubana, pues la solución no está en culpar al otro, sino en resolver los problemas que motivan el descontento. No se escude en el fenómeno para esquivar las causas. Cuba es un país soberano y por ende la responsabilidad de conducir la nación por buen cauce corresponde única y exclusivamente a su gobierno. Biden no es el presidente de Cuba, sino usted, Miguel Diaz-Canel; toda acción conlleva una reacción que puede acarrear buenos y malos resultados. La madurez y la responsabilidad que requiere su cargo dicta que asuma ambas ante el pueblo cubano y la comunidad internacional. Si de algo ha servido la pandemia es para recordarnos que, aunque se diga que somos una isla, no existimos de espaldas al mundo, formamos parte de él.

El maniqueísmo, la polarización y los extremismos no son buenos consejeros. No se puede administrar un país como se administra una finca. No es una cuestión solo de principios o voluntad, sino de objetividad y pragmatismo. El sistema económico y político ha pasado rápidamente de ser una peculiaridad a un anacronismo, y a este paso, una aberración. Pueden implementarse todas las reformas legales o económicas que se quieran; mientras siga imperando la mentalidad de guerra fría amarrada a conceptos de más de seis décadas y la exclusión del disenso político, no hay evolución posible; y una sociedad que no evoluciona está condenada al fracaso.

Presidente, usted se ha reunido con sus partidarios e incluso algunos le han dicho ciertas verdades en la cara, verdades algunas que no distan mucho de la que cualquiera de nosotros podríamos decirle, y otras sabemos que no serán del agrado del Partido Comunista, pero como cubanos nos asiste el deber y el derecho de decirlas. Sin embargo, se niega a escuchar a aquellos que no comparten sus mismas ideas, aún cuando compartimos la misma patria, cultura e idioma. Solo por pensar diferente se nos niega el respeto y la palabra. No es necesario seguir tropezando una, dos y tres veces con la misma piedra. ¿Es que «diálogo» y «cambio» resultan palabras tan ominosas a los oídos de la gobernanza?

La violencia solo genera más violencia, el odio solo genera más odio. No se encomiende a esos recursos, presidente, pues tarde o temprano uno recoge lo que siembra. La soberbia no se come, no genera riqueza, empleos, ni prosperidad.

El 15N saldremos a manifestarnos como ciudadanos que somos por convicción y voluntad propia. No necesitamos su venia y aunque no lo quieran reconocer sus voceros, los derechos no se “aprueban”. Todos han visto que la única incitación al odio y a la violencia viene de su parte.

Los alaridos de sus partidarios recuerdan los ecos del fascismo que tantos millones de muertos ocasionó al mundo. Nos oponemos a tales métodos y los denunciamos. Nosotros pondremos el cuerpo y el civismo. La sangre y la violencia, de ocurrir, van por usted.

Respetuosamente,

Lic. Fernando Almeyda Rodríguez

MsC. Leonardo M. Fernández Otaño

La encrucijada de la izquierda intelectual cubana

Por Ego de Kaska

Es la tarde del 25 de julio y sigo las manifestaciones de cubanos exiliados. A la de Washington, asisten también muchos artistas e intelectuales cubanos, algunos-bastantes de los que se asquean de Alex Otaola. No alcanzan a entender que el chanchullero incendiario, el Santo de Hialeah, fue más inteligente que ellos y les robó el protagonismo y el poder de convocatoria hace mucho tiempo. Entonces miro sus páginas, leo sus opiniones, lo que publican y salta a la vista que no aterrizan en que la rebelión en Cuba ya tiene tanta repercusión y consecuencias como la caída del Muro de Berlín.

Coco Fusco se enreda en un debate, al quejarse de que en la foto de la manifestación en París hay un cartel con una swástica. No entiende razones de Enrique del Risco y otros participantes que le explican que el cartel la iguala a la hoz y el martillo, que es moralmente inaceptable que el fascismo sea proscrito y el comunismo, con muchos más millones de víctimas, aun tenga gobiernos en funciones y partidos legalmente reconocidos. Termina exhibiendo su curriculum vitae y pedigree en la lucha por los derechos humanos, como en entrevista de empleo y descalificando a los pobres y vulgares neófitos que han osado aleccionarla. Su muro exhibe artículos de variadas tendencias, incluyendo al renegado Vargas Llosa. Publica una entrevista del 15 de julio que critica lo erróneo de la reacción inicial de Black Lives Matter, pero hace silencio ante el obtuso servilismo con la tiranía castrista en los comunicados posteriores.

Enfrentarse a BLM requiere de ella, por supuesto, mucho más coraje que ofenderse por una infame swástica. Entonces voy a la página de la Profesora Odette Casamayor, la Cimarrona en el Palenque del Siglo XXI, que publicó sendos y ultra dramáticos artículos a raíz de la muerte de George Floyd y dijo temer que su hijo negro fuera asesinado por un policía blanco, como si vivieran en un gueto afroamericano de Plan 8, saturado de drogas y pandillas armadas hasta los dientes. Pone un bonito cartel que dice: Cuban Lives Matter, pero tampoco se atreve a criticar que a BLM, ni le importan los negros cubanos, ni quieren mencionar la represión en Cuba.

Tampoco critica la insultante apología sobre las bondades del “socialismo cubano” de Nikole Hannah-Jones, la líder del Proyecto 1619, un bodrio de puro racismo inverso, citado fervientemente como fuente académica confiable. Odette juega con la cadena, pero deja al mono tranquilo. Rafael Rojas, el camaleón hermano del bravucón Ministro de In-Cultura, escribe represión, pero se le entume la mano para escribir Libertad y Democracia. Volviendo a Washington, el Estornude Mayor, Carlos Manuel Álvarez, publica un post donde sangronamente, en su impostado papel de enfant-terrible-que-no-le-pega, describe a desdentados cubanos con tatuajes, balseros con barrigas de cerveza y cubanas con culos puestos y licras apretadas, marielitos, etc. Los pioneros del pueblo hablan así, como la gente-el-barrio.

Después se rasga las vestiduras y se pregunta “en que se ha convertido mi país?”, como si la barbarie fuera nueva. Días antes, mientras el mundo trataba de entender el levantamiento, participa en un chat junto a varios carcamales diletantes de la izquierda latinoamericana, donde narran el safari de sus devaneos con el Castro-Guevarismo y ahondan en descubrir el café con leche de sí en Cuba hay o no una dictadura opresora y asesina. A estas alturas del partido, señores. Un artículo de Mónica Baró, bien intencionado sin dudas, apuesta ingenuamente a darle un voto de confianza a Silvio Rodríguez para que “hable con el poder” y se libere a los presos. ¿En serio? Se olvida de que El Unicornio susurro imperceptiblemente en el acto de repudio a Mike Porcel, que firmo la carta avalando el fusilamiento de tres jóvenes (negros o del color que fueran) por tratar de llevarse una lancha, entre otra larga lista de condecoradas y repugnantes abyecciones.

Silvio Rodríguez no habla por sí mismo, solo repite lo que le ordena el oficial superior de la Seguridad del Estado a la que siempre ha pertenecido. Mónica vuelve a la tesis del diálogo y la transición pacífica. Diálogo es negociación, trueque, pero ni Mónica, ni Tania Bruguera, ni nadie hasta ahora, tienen la más remota idea de que les van a ofrecer a los sátrapas en ese supuesto diálogo para que, como buenos niños, abandonen cantando el poder absoluto y todos sus privilegios y le pongan una alfombra roja a la democracia en Cuba.

Si la tienen, no la dicen, y eso huele a pescao. Si no la tienen, son sumamente irresponsables y tomo la oportunidad para volver a preguntarles:¿Ese diálogo incluye, a cambio de su retirada voluntaria del poder, ofrecerles inmunidad a los criminales, represores, violadores de todos los derechos y chivatos que pululan en la satrapía isleña? ¿No habrá investigaciones por los cientos de millones robados al patrimonio nacional, las empresas y cuentas off-shore, la vida opulenta de los jerarcas, sus vástagos y testaferros, ostentada descaradamente mientras el pueblo cubano muere de hambre y falta de medicamentos en hospitales asquerosamente insalubres?¿Con qué derecho se creen para hablar por las familias de las víctimas de los fusilamientos sin debido proceso, las ejecuciones extrajudiciales, las torturas, el derribo de los Hermanos al Rescate, los muertos en las golpizas de los actos de repudio del 80, el hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, Río Canimar, El Maleconazo y otros tantos y tantos crímenes y abusos durante seis largas décadas?

Esa postura Gandhi-Tropical de la hasta ahora conocida oposición, fue barrida el 11-J por el pueblo que se tiró a las calles y por la represión del régimen. A los opositores pacíficos, se les fue el tren con el equipaje dentro. No se dieron cuenta de que los sátrapas los fueron desmoralizando con un jueguito de arrestos express de algunas horas o días sin condenas de cárcel, huelgas de hambre mediatizadas interrumpidas y reclusiones domiciliarias arbitrarias, pero sin violencia extrema. Una burla de gato a ratón cazado, un desgaste moral y asesinato de credibilidad al que no reaccionaron a tiempo y el pueblo reacciono por ellos.

Personalmente, me preocupa mucho la filiación ideológica de izquierda de estos intelectuales y su olímpica desconexión con el cubano de aquí, de allá y acullá. Se supone que son nuestra vanguardia pensante. En cuanto a los más jóvenes, esos que se ridiculizan a sí mismos destruyendo el español con “amigues” y otras cheancias modernas para ser “inclusives”, que desean con ignorancia atroz el “modelo socialista nórdico” para un país caótico, pordiosero y prehistórico como Cuba y que atacan histéricamente al “patriarcado” occidental, pero no dicen una puta palabra de los abusos horrendos que sufren las mujeres en el mundo islámico, su comunión con la agenda de la izquierda mundial es comprensible.

Son el producto de las facultades universitarias castristas del post-periodo especial, donde fueron amamantados hasta el vómito de marxismo y aderezados con todo ese bagaje neo-izquierdista que les pareció contestario-avant-garde. Cuanto subestiman a la maquinaria ideológica del engendro; Como dirían los reparteros, les dieron del bueno envenenao y les gustó.

Ya graduados, sus contactos internacionales, el apoyo profesional y financiero de sus actividades, las invitaciones a eventos, becas, etc., vienen de instituciones de izquierda, porque la derecha no se entretiene en esos menesteres, ni tiene ningún interés en la falacia cultural de la Cuba comunista. Prueba de lo que digo, es ver con horror como estos jóvenes, cultos, inteligentes y mejor informados que la media de la población cubana, confiesan cándidamente que a la altura del 2012 (repito: Dos-Mil-Doce) aún creían que la Revolución cometía “errores”, pero era un proyecto humanista válido. Eso escuchábamos en la Universidad de La Habana al final de los 80, cuando mi generación creía exactamente lo mismo y esperaba que Fidel Castro se convirtiera por arte de magia en una matrioshka rusa, cuya última figurita fuera un Jotavich reformista vestido de verde olivo perestroiko. Entonces, la pregunta obligada es: En que lejana Galaxia han estado los padres de estos jóvenes de 1986 al 2012, (o el presente), para que la vergonzosa ignorancia histórica de sus hijos tenga décadas de antigüedad. Por Dios.

No, mis querides y omnisapientes konsomoles; Nuestro país no “se convirtió” en esto. Lo que han visto, los disparos a civiles, los jóvenes reclutados a la fuerza para caerle a palos a sus vecinos, la represión de las boinas negras, las golpizas brutales de policías embrutecidos y arrogantes, los chivatos con ínfulas de esbirros, y los juicios sumarios sin debido proceso, ya ocurrió antes y muchas veces. Lo que nunca había ocurrido en toda la historia de Cuba, es un levantamiento popular masivo y espontaneo contra un gobierno aun en funciones, pero la única diferencia entre esta represión y la de capítulos anteriores, es que nunca había sido documentada, transmitida en vivo y difundida como pólvora a través de las redes sociales, pues la satrapía era dueña absoluta del monopolio de la información.

El coqueteo bolchevitsky (y/o la militancia sincera o fingida) de la generación intelectual más ocamba, la de Coco Fusco, Casamayor, Bruguera que se va a Harvard y la inmensa mayoría de los intelectuales y artistas cubanos, tiene otro origen y entuertos. Ellos saben de memoria todo lo que describo arriba, vieron el estrepitoso derrumbe de Europa del Este, la implosión de la URSS, las revelaciones de los crímenes de Stalin y otros sátrapas, el horrendo fracaso de la sociedad cubana, los actos de repudio, los crímenes y la debacle del Socialismo del Siglo XXI de Chávez. Pero todo eso, por supuesto, ha sido culpa de la derecha neoliberal y del capitalismo opresor y salvaje. Y del bloqueo.

Por suerte, todos también sabemos que desde su origen, la izmierda ha hecho dos jugadas magistrales: Secuestrar el concepto del bien y la justicia social como un Robin Hood pandillero y chantajista, y controlar casi todos los espacios culturales, artísticos y académicos bajo el mantra de que solo a la zurda existe creatividad, humanismo y progreso.A partir de ahí, la izmierda a metastizado hasta el tuétano en el mundo “académico”, donde controla no solo los nombramientos y promociones, sino literalmente todo. Entonces, además de ser inclusives y tener que jurar que Estados Unidos es sistémicamente racista, machista, homofóbico, imperialista, fascista, etc., etc. hay que chuparse los retratos de Fidel Castro y el Che Guevara, no contradecir a quienes no fallan en poner la coletilla del embargo y contribuir hipócritamente a la versión del ideario utópico de la Revolución Cubana, al chovinista orgullo de la Crisis de los Misiles y del David comunista frente a Goliath-Tio Sam.

O sea, un asco de complicidad con afianzar el más perverso mito de la historia contemporánea de este hemisferio y enseñar, o dejar que a los estudiantes se les enseñe, tal aberración ideológica, histórica y moral. El régimen comunista cubano casi murió, pero aún agoniza. Todos sabemos que no podrá sobrevivir a que los cubanos hayan perdido el miedo, ni a que el mundo haya visto la salvaje represión ejercida sobre los manifestantes, sin importar cuantas firmas de fanáticos, lunáticos, escleróticos y oportunistas sean reunidas y publicadas con mucho gusto por el New York Times.

Cuando exhale su último estertor, la izquierda mundial, no solo Latinoamericana, se quedará sin referente. Ya no habrá mito libertario impedido por el bloqueo imperialista, ni alternativa a la inmunda derecha oligárquica. Habrá entonces, que volver los ojos hacia el Oriente y aprender chino o vietnamita, porque el nor-coreano es muchísimo más difícil de digerir y ellos lo saben.

Ya es hora de que la intelectualidad cubana aterrice en la realidad y entienda algunas cosas básicas. No existe ninguna oportunidad de que haya un diálogo. Simplemente porque los sátrapas tienen demasiadas deudas con la justicia y mucho que perder para irse por las buenas, y porque el pueblo cubano no tiene nada que ofrecerles, ni va a aceptar que haya impunidad con los crímenes y los abusos y arrasara también con aquellos que traten de propiciarlo, considerándolos cómplices o traidores. El exilio histórico, el de los Plantados, el de los gusanos a quienes silenciaron y tacharon de viejitos extremistas y radicales rencorosos, siempre tuvo razón. La ignominiosa cantidad de chivatos, represores y agentes del régimen, activos y retirados, y de hijos pródigos de la nomenclatura paseándose descaradamente por Miami, los revindica. Ya la purga ha comenzado y puede alcanzar con justificada razón a quienes han cooperado, voluntaria o involuntariamente, con la tiranía desde la academia y las artes.

No incluyo a los lacayos de los repugnantes videos del MINCULT, porque han cometido un harakiri moral de proporciones épicas y ya están difuntos, de camino al último círculo del infierno. La izmierda toda, política, intelectual, académica, ha firmado su sentencia de muerte ante los cubanos con su complicidad con la tiranía, ya sea el apoyo explícito o el silencio. Seguir asociándose con esa lacra es sencillamente suicida. El 11-J demostró cuan irrelevante es la intelectualidad cubana. El levantamiento, y la pelea dura, los protagonizaron los guajiros de San Antonio de los Baños y de muchos pueblos y ciudades de provincia, la chusma repartera de Regla, la Guinera, el Canal del Cerro, La Lisa y otros tantos barrios pobres de La Habana, Santiago de Cuba y otras urbes de la Isla, los reguetoneros, los jóvenes marginales, poco instruidos y vulgares, quienes los escandalizan cuando dicen Oe Policía Pinga. Esos son los héroes auténticos del 11-J.

Al pueblo cubano, al de verdad, al de Cuba y del exilio, la sola idea de la izquierda, después del sufrimiento de 62 años de tiranía comunista, le resulta sencillamente repugnante. No se mareen. Si no se ponen las pilas y bajan de esas alturas académicas, se enlazan con el pueblo y condenan consistentemente al régimen y su perversa ideología, terminaran (peor que ahora) leyéndose entre ustedes como una tribu aislada, aplaudiéndose recíprocamente y cayéndose a likes y repitiendo el cursi: “Te abrazo”.

Podrán entonces renunciar a sus cátedras y entregarle un Doctorado Honoris Causa al Santo de Hialeah.

Mientras tanto, hoy es 26 de julio.